Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

domingo, 16 de octubre de 2011

Don Quijote y China


En 1615 apareció la segunda parte del libro de Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha. El autor mostraba inquietud para sacar a la luz su nueva obra, tanto por el éxito de la primera, como en parte por el hecho de que en 1614 había aparecido ya un tomo que pretendía ser la continuación de su exitosa obra; pero con la firma de un misterioso Alonso Fernández de Avellaneda. 


El orgullo de escritor hizo que don Miguel de Cervantes aludiera con burla a aquel que había pretendido tomar su lugar en la crónica de la vida del Quijote. Para ello hace alarde de la fama que ha tenido su primer y original libro, hasta en remotos países del Oriente. Cervantes alega en una deliciosa fantasía que el mismo emperador de China le escribió apremiándolo para recibir ese segundo tomo, pero él ha preferido dedicarlo al Conde de Lemos. 


¨(...) porque es mucha la priesa que de infinitas partes me dan a que le envíe para quitar el hámago (la amargura) y la náusea que ha causado otro don Quijote que con nombre de Segunda parte se ha disfrazado y corrido por el orbe¨.


Cuenta de una carta entregada a Cervantes por mensajero venido desde China.




¨Y el que más ha mostrado desearle ha sido el grande emperador de la China, pues en lengua chinesca habrá un mes que me escribió una carta con un propio, pidiéndome o por mejor decir suplicándome se le enviase, porque quería fundar un colegio donde se leyese la lengua castellana y quería que el libro que se leyese fuese el de la historia de don Quijote. Juntamente con esto me decía que fuese yo a ser el rector del tal colegio. Preguntéle al portador si Su Majestad le había dado para mí alguna ayuda de costa (recursos para viajar a China).


Respondióme que ni por pensamiento.


—Pues, hermano —le respondí yo—, vos os podéis volver a vuestra China a las diez o a las veinte o a las que venís despachado, porque yo no estoy con salud para ponerme en tan largo viaje; además que, sobre estar enfermo, estoy muy sin dineros, y, emperador por emperador y monarca por monarca, en Nápoles tengo al grande conde de Lemos, que, sin tantos titulillos de colegios ni rectorías, me sustenta, me ampara y hace más merced que la que yo acierto a desear¨.


Manel Ollé, de quien retomo esta viñeta, apunta también que en aquella época la referencia cervantina a China reflejaba el interés de los europeos y de los habitantes de América por un país rico y lejano. 


Así lo demuestra el éxito de las crónicas de viajeros, entre las que se encuentra la famosa Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del Gran Reyno de la China, del agustino Juan González de Mendoza publicada en 1585. El misionero vivió dos años en México y nunca llegó a Oriente, pero recoge en su obra crónicas e información de gran interés para el ávido público de habla española, mostrando por vez primera caracteres chinos. El libro fue reimpreso y traducido a los principales idiomas de Europa casi de inmediato.


Se puede sumar a esta lista, la obra de otro contemporáneo de Cervantes, Lope de Vega, quien escribió años más tarde su crónica sobre los mártires cristianos en Japón, de la que ya hemos hablado en este blog. En suma, el impacto de Oriente en la mente europea crecía con una gran rapidez y estimulaba la imaginación de comerciantes, misioneros y literatos del Siglo de Oro


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Manel Ollé. Comunidades mercantiles en conflicto en los estrechos de Taiwán (1624-1684). Universidad Pompeu Fabra, Barcelona.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Bulas

El término Bula designa a un sello de bronce que se incorporaba a documentos de extrema importancia emitidos por altas autoridades. Cuando el Papa estampaba su firma en una decisión importante que debía ser conocida se le denomina Bula Papal, con los que se significaba la validez de lo que se desea promulgar. Ahora es posible consultar este tipo de documentos, desde el sitio vaticano denominado Lux in arcana, dedicado a mostrar importantes archivos a los que el público dificilmente podría acceder. De febrero a septiembre de 2012 se realizará también una exhibición física de muchos documentos en el museo del capitolio en la ciudad de Roma.

La noticia que nos ofrece Irene Savio, corresponsal en Italia del diario Reforma, es que ¨el Vaticano hace por fin pública la bula Inter Cetera II y el sumario en virtud de la cual el Pontífice español Alejandro VI fijó las líneas de demarcación de los dominios marítimos y terrestres que pertenecerían a España, y los que serían de Portugal¨.



Reproduzco a continuación la nota de la periodista, escrita ayer en Roma.

La excepcionalidad del anuncio reside en que dicho documento es el manuscrito original de la bula Inter Cetera II del 4 de mayo de 1493 conservado en los registros de la Santa Sede, donde también se preservó el sumario que llevó a la redacción de la misma.

"Ha sido gracias a este sumario que los investigadores descubrieron que se expidió una segunda bula Inter Cetera, redactada en junio pero fechada el 4 de mayo de 1493. Esto ocurrió porque la primera versión de la bula, con fecha del 3 de mayo, no satisfacía los Reyes católicos", explicó a Reforma Luca Carboni, secretario general del Archivo Secreto Vaticano y el estudioso encargado de analizar el documento por encargo de la Santa Sede.

Así se explica que, a diferencia de la primera versión, la segunda bula de Alejandro VI asigna a España todos los territorios situados al oeste de un imaginario meridiano ubicado a unas 100 leguas de las islas de Cabo Verde y de las Azores, limitando los anteriores derechos portugueses a expandirse por el Atlántico.

"Con la emanación de la segunda bula, en substancia, la Iglesia detalla el reparto de América entre las potencias de España y Portugal, con el fin de evitar controversias subsecuentes", precisó Carboni.

"Hay que tener en cuenta que en esa época el Papa era una autoridad no sólo religiosa sino también llamada a intervenir sobre cuestiones políticas y su autoridad era reconocida por todos los Estados cristianos como representante de Dios en tierra", añadió el experto.

La importancia de la bula queda de manifiesto si se considera que dicho documento fue el que sentó las bases jurídicas para la colonización de las Américas tras el regreso de Colón a Europa, en marzo de 1493, anticipando la firma del tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494 entre los Reyes españoles Isabel y Fernando, y Juan II, Rey de Portugal.

En su documento, el Papa también estableció la excomunión para toda persona "de cualquier dignidad, incluso imperial o real" que violara sus dictámenes.

"Bajo pena de excomunión latae sententia en la que incurrirá automáticamente quien atentare lo contrario, prohibimos severamente a toda persona de cualquier dignidad, estado, grado, clase o condición que vaya a esas islas y tierras (...) sin especial licencia vuestra o de vuestros herederos y sucesores", escribió Alejandro VI.

También, el Papa invocó el envío de misioneros para evangelizar a los indios que residían en el Nuevo Mundo, lo que suponía una ampliación del universo cristiano conocido hasta ese momento.

Además, homenajeó y avaló la obra Colón como el brazo ejecutor de la cristianización de las Américas, a quien Alejandro VI llamó de "hombre apto y muy conveniente a tan gran negocio y digno de ser tenido en mucho".

Una copia idéntica de la bula Inter Cetera II se encuentra en Sevilla, España, pero carece del sumario.

domingo, 9 de octubre de 2011

La reja de Catedral

"La reja del coro de la catedral de la Ciudad de México era de madera preciosa, pero el cabildo decidió hacerla de metal y para entonces -1721- no había en la Nueva España ni en Manila artífices capaces de hacerla.

"Diseñó el proyecto Nicolás Rodríguez Juárez. Los chinos no entendieron bien el proyecto y hubo necesidad de que un franciscano italiano les explicara en lengua china el significado de la obra. La reja, de tumbaga y calaín -una mezcla de bronces, estaño y zinc- se fundió en Macao, en la provincia de Guangzhou. De Macao se llevó a Filipinas en un patache y de Filipinas al Puerto de Acapulco en 125 cajones. No costó 17 mil pesos como se había calculado, sino 46,300, que debió pagar el Cabildo.





"Sin embargo no hay una reja igual en el mundo. Hubo necesidad de recortarla y con el metal sobrante se hicieron anillos llamados "tumbagas". Se la empotró entre las soberbias cornisas de oro que sostienen los dos grandes órganos tan exqusitamente labrados."
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Información tomada de Fernando Benítez La Nao de China, Cal y Arena, 1989. p. 65
Ver también:
http://www.arquidiocesismexico.org.mx