Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

martes, 31 de marzo de 2009

Demanda de esclavos

Que hubiera una migración libre desde Filipinas no significa necesariamente que no existiera envío de esclavos. Quizás el flujo de esclavos de origen filipino que llegó a América, utilizando la Nao de China fue pequeño en comparación con el que venía por el Atlántico, original de Africa, pero Aguirre Beltrán reconoce que el tráfico esclavista ofreció una corriente constante de mano de obra forzada, alternativa a la que se producía en el Atlántico, a partir de la última década del siglo XVI, “por las mismas razones que hicieron tomar vida al tráfico de negros, esto es, la demanda en el mercado novoespañol” (1). La decadencia del comercio de esclavos por el Pacífico no tuvo efecto sino hasta el primer tercio del siglo XVIII.

“Los comerciantes negreros atlánticos vieron siempre a los tratantes de Acapulco como competidores indeseables (…) e intentaron estorbar su buen curso pretendiendo, sin conseguirlo, que tales esclavos fueran considerados descaminados y aplicados al monopolio. Sin embargo obtuvieron de la Corona, primero, la imposición de taxativas en cuanto al número, y, en seguida, el cobro de impuestos para que los tratantes del Pacífico quedaran en condiciones semejantes a los asentistas”.

La primera disposición gubernamental que regula la entrada de estos esclavos asiáticos a la Nueva España data del 10 de abril de 1597; en tal fecha Felipe II ordenó al gobernador de las Filipinas que sólo permitan que se embarquen para Nueva España “cuatro esclavos a cada uno de los oidores o persona honrada, excepto que viniendo el gobernador puede el sucesor darle licencia para traer sus esclavos” . Aguirre Beltrán reconoce que el comercio por Acapulco se hallaba ya firmemente establecido y la prohibición sólo favoreció la introducción por los canales del contrabando. Hacia 1620, el comercio esclavo vía Acapulco vuelve a ser legalizado pero con restricciones debido a la limitación de las naves.
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1. Aguirre Beltrán, Gonzalo. La Población negra de México. Estudio etnográfico. Fondo de Cultura Económica. México. 1972. Pag. 50

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